Tilden, imbatible?

He aquí uno de los tantos secretos que tiene el tenis. A veces por la piadosa consideración de muy parciales cronistas, presenta el caso de Tilden como uno de los más significativos.

Esta realidad que vamos a explorar más profundamente, nos inspira también la duda metódica que todo buscador de datos debe tener frente al papel escrito (ya sea tipografiado, ya sea de mano autorizada), el imbatible Tilden posee, como ciertas familias nobilísimas en cuyo árbol genealógico aparecen algunas ramas ausentes, un período de su campaña tenística como vacío. 

De 1924 a 1929, según las crónicas, el incomparable "Big Bill" no había participado del certámen de Wimbledon. Mentira!. Había jugado, pero mordiendo el polvo de la derrota en las primeras rondas, y a manos de no muy calificados torturadores. Esto constituía algo desdoroso para la gloria del gran jugador, pero era la verdad y conviene actualmente recordar episodios de esta índole, puesto que como diría Cicerón, la historia es la muestra de la vida.

Basándonos en mentiras, creando ídolos míticos privados de sus naturales claudicaciones humanas, no vamos a alcanzar nunca el grado de conocimiento deseable y necesario de cualquier ser.

Por qué los cronistas de la época no resaltan que en once confrontaciones, en grandes escenarios entre Tilden y el "mosquetero" francés Henri Cochet, éste ganó en seis oportunidades?.

Claro está que ningún jugador por el hecho de perder algunos cotejos, deja de ser el gran campeón, ya que hay momentos en que sus estados anímicos, pueden producirle un bajón circunstancial que de ninguna manera puede podar la trayectoria total de su carrera.

Obsérvese el caso del australiano Ken Rosewall, que habiendo logrado ser finalista en el individual de Wimbledon en cuatro oportunidades no logró su conquista, pese a dejar en el camino a los grandes del momento. Es por ello, que considero a Rosewall por lo apuntado, y grandes conquistas en otros escenarios importantes, como digno de figurar entre los diez mejores de toda la historia tenística. En rigor, conviene considerar a la gente por lo que es y no por lo que dicen que es.

Roberto Andersen

 

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