La
belleza del Tenis en una atractiva Muestra
La Muestra presentada en el
Centro Cultural Borges denominada "Tenis, de
los orígenes a la Segunda Guerra", concitó el interés de
aficionados y de entusiastas del tenis, poseedores de sensibilidad
artística.
El
arquitecto Carlos Eduardo Libedensky creó un ambiente propicio al
desarrollo del itinerario del tenis y lo hizo con esplendor, inspirado en
museos como los de Wimbledon y Hammersmith.
Nunca
en la Argentina se ha logrado un efecto demostrativo de la cultura
deportiva, en este caso tenística. Abarca amplia gama de objetos. Hay
valiosas fotografías de campeones de ayer, de muchas partes, incluyendo
de argentinos como Catalina Mackenzie, Carlos Morea y Arturo Hortal entre
otros.
Otra
atracción muy llamativa resultaron los sobres, similares a los que
guardan discos fonográficos con bien delineados dibujos de tenistas del
ayer en acción. En su interior hallamos indicaciones para ejecutar cada
envío. Fueron editados en Madrid en el año 1880. Muy cerca se vieron
abundantes documentos gráficos, objetos de uso cotidiano, publicados
allá por 1913, tanto locales como extranjeros.
Inteligentemente
diagramado imperó el buen ritmo sin recursos improvisados aunque lo
risueño estuvo presente en un show, tal vez para enriquecer la muestra:
un bailarín solitario, de subida tez oscura, totalmente vestido de
blanco, taconeando con cautivante elegancia, empuñando una raqueta al son
de la música de esos tiempos. En suma, una exposición de elevada
jerarquía con acento deportivo.
Entre
los diversos tipos de raquetas de procedencia extranjera desaparecidas,
vimos marcas muy poco conocidas en nuestro medio como "Demen",
"Red Flash", "Sholddem" y "París".
Asimismo, llamó la atención otra hecha en Buenos Aires, llamada
"Gatcha", que alguna vez se pudo adquirir en la extinguida
tienda Gath & Chavez.
Se
acentúa el interés al observar un marco que lucía en el mango las
letras C.R.G. y acuñada "La Belle", empuñada por Carlos
Romualdo Gardel, el famoso "Zorzal criollo", que posa en
compañía de una dama llamada Delfina Pereyra, destinataria final de la
raqueta, bien encordada en 1928 cuando el "morocho del Abasto"
se la obsequió -según el relato- por no haber podido dominar
satisfactoriamente el juego llamado "lawn tennis".
En
materia de maderaje, pudo admirarse la artesanía de un carpintero que
trabajó dos tablas. Las talló con manos en relieve, indicadoras de la
senda hacia los clubes Queen's de Londres y Midland de Escocia.
El
grato recorrido por los salones del Centro Cultural denotó que, si bien
las reglas conforman cambios de avanzada en los elementos de juego como
las pelotas neumáticas con distinta presión y las raquetas -ahora
confeccionadas con la exlcusión de la madera- todo ello ha generado el
gran tenis de hoy. Y aquí conviene mencionar los encordados y las
superficies de los courts, aunque se mantengan en algunos escenarios
importantes tanto el césped como el polvo de ladrillo y también de
piedra molida.
Quiebra
la sobriedad de la muestra un truco fotográfico: un avión de combate de
la Primera Guerra Mundial en pleno vuelo y dos aviadores, posados en
sendas alas portando raquetas, jugando en las alturas... y se presume que
lo hacen de volea.
La
serie expuesta permitió ver una cortadora de pasto marca
"Randsome" inventada en 1830 que permitía mantener el césped
en nivel prefijado, y se supone que comenzó a utilizarse con el juego de
croquet.
Pudimos
observar una escultura en yeso bien proporcionada. En pintura hallamos un
óleo sobre cobre, de Charles Miller y otros dos procedentes de Irlanda,
que nos reencuentra con la belleza del doble mixto correspondiente a la
primera edición del certamen de Dublin, firmados por Mary
Lenbone.
Merecieron
preferente atención las esculturas realizadas en bronce y
"petit" bronce y otros elementos duros con posiciones corporales
enraizadas en la belleza y la elegancia. Estas esculturas se distinguen,
además, por las equilibradas proporciones anatómicas.
Buenos
Aires, con esta muestra ha vivido un hecho insólito por la calidad de su
contenido. Fue visitada por diversos sectores de público, algunos
vinculados al "Lawland Tennis Club", del bajo Belgrano, entidad
custodia de este valioso acervo.
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