Costumbres argentinas

En los últimos tiempos he presenciado azorado como el deporte argentino cae reiteradamente en una insana costumbre: desarmar equipos ganadores.

Parece ilógico, suena irreal.

Fútbol, Volley, Tenis, deportes donde sobran ejemplos de equipos ganadores o proyectos exitosos que se desvanecen como por arte de magia.

Cuesta mucho formar un team ganador; la cohesión grupal lleva un tiempo antes de cristalizarse.

“Grupo humano notable”, “los viejos y los jóvenes unidos”, “el éxito es de todo el equipo” son frases harto oídas en radios y leídas en medios gráficos que se ocupan del deporte nacional.

“Agradezco a mi coach” “gracias al profe x” “mi psicólogo es indispensable”, son frases escuchadas en deporte individual.

Las diferencias individuales existen y existirán mientras el hombre sea hombre; todo ser humano tiene el derecho de sentir, pensar y actuar de acuerdo a sus valores aprehendidos y heredados. Zanjar estas diferencias no es sencillo, es parte de un proceso de entendimiento y acomodación de las personas que componen el equipo.

Un equipo es un conjunto de deportistas orientados al grupo y con una dirección deportiva hacia un objetivo común, con una satisfacción basada en la buena actuación grupal. Esta es una definición para deporte grupal.

Podemos trasladarlo a equipo en deportes individuales, donde el coach, el profesor de educación física, el médico, el kinesiólogo, los padres, el psicólogo, los compañeros de entrenamiento, forman este mentado equipo.

A mayor cohesión, mayores éxitos y satisfacción como circuito de retroalimentación constante y continua.

Unidad en función de un objetivo en común.

¿Qué ocurre cuando se logran los resultados buscados?

¿Cuál es la piedra que rompe el cristal del gran equipo?

¿Es el dinero un determinante infalible en esta Argentina que transitamos?

Cuando los resultados se dan, cuando se cumplen los objetivos, aparecen en el horizonte nuevos desafíos. Por ejemplo en Fútbol, si se gana el torneo local se apunta al plano internacional, a priori no sería motivo de ruptura.

En Tenis, si se logra estar entre los quince ATP, se busca ser Top Ten.

Re-contratar. Re-definir.

Prefijo “re”.

Denota este prefijo “fundamentalmente repetición, intensificación, ponderación, retroceso, aumento, negación, etc.”, según la Real Academia que rige el lenguaje.

Aumento- retroceso- intensificación, variables que se juegan personalmente en cada integrante del equipo.

Pensemos en porcentajes de atribución de éxito. Aparece el vil metal, aparece el egoísmo, aparecen las diferencias, se descubre el velo que cubría el éxito deportivo, aparecen las miserias humanas.

El dinero no es causa sino consecuencia. No se pelea por el dinero en sí. Se abren diferencias por el éxito y lo que éste representa, para algunos salir o no en la foto, para otros el dinero, para aquellos el reconocimiento público, etc.

Se puede considerar que en Fútbol profesional, un club debe vender un jugador para equilibrar sus finanzas, ejemplo de ello es Boca Juniors.

Esto no implica derrumbar un proyecto, destruir un equipo de trabajo.

En Tenis no se vende un jugador, imposible en la práctica real.

En el deporte blanco, se venden cuestiones, razones personales, que aniquilan el equipo, lo disuelven.

Cuanto trabajo y expectativas arrojadas a la nada, sabemos el esfuerzo que demanda, que genera. 

Vale la pena destacar casos positivos como Guga Kuerten y Larry Pazos, como Paola Suárez y Daniel Pereira, Henin y Rodriguez.

Pasaron buenas y malas. Siguieron. Perseveraron. Triunfaron.

Pensemos aquellos que trabajamos en deportes individuales y formamos parte de un equipo de trabajo al servicio del deportista.

Pensemos en ética y valores.

Pensemos objetivos.

Pensemos el éxito y el fracaso.

Pensemos en voz alta. Así aprendemos. Así corregimos.

Cambiemos esta costumbre argentina.

Lic. Ariel Borensztein

 

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