Lesiones musculares

Las lesiones musculares pueden ser de causas externas, por golpes, o de causas internas (en su gran mayoría) por alteraciones propias del músculo. Estas lesiones se pueden dividir en distensiones, calambres, contracturas y las más graves, desgarros. A continuación, analizaremos cómo se producen y cómo pueden prevenirse dichas dolencias.

Sin embargo, previamente es necesario efectuar una breve reseña de cada patología, no para que cada uno se atienda solo, sino para advertir y hacer notar al deportista los síntomas necesarios para que se de cuenta cuando debe darse por terminada una actividad.

Distensiones: No existe lesión de las fibras musculares. Se debe a un esfuerzo o estiramiento máximo, que excede las posibilidades del músculo de responder adecuadamente. El músculo se elonga y posteriormente va a una contractura de protección.

El deportista no percibe un dolor que le impida seguir practicando; éste aparece recién cuando el músculo deja de trabajar, a lo sumo, a las 24 hs. Esto es un diagnóstico diferencial entre distensión y desgarro, pues en este último el dolor es tan intenso que no deja seguir la actividad. No presenta equimosis ni hematomas.

El dolor tarda en irse generalmente entre 72hs y 10 días. El tratamiento depende de la intensidad, tipo de elongación y localización de la distensión, apareciendo por lo general en deltoides anteriores, aductores, isquiotibiales o psoas ilíaco.

Se utiliza en primer momento hielo. A partir del tercer día, fisioterapia y movilizaciones suaves hasta que el dolor se lo impida. En estos casos es conveniente mantener actividad limitada para acelerar el proceso de recuperación.

Calambres: Fundamentalmente se deben a trastornos circulatorios o hidrosalinos por depresión de sodio, potasio y magnesio. Es muy difícil que se manifiesten al comienzo de la actividad. Generalmente surgen al final, debido a la pérdida de minerales durante el esfuerzo, o en competencias, por causas de factores emocionales combinados con los motivos anteriores. Aparecen en gemelos o antebrazos.

El mejor tratamiento para prevenir los calambres es una dieta balanceada en la que no falten azúcares ni sales. También es preciso beber agua en cantidad durante la competencia (no mucha cantidad de golpe cuando se la necesita, sino a sorbos a cada rato aunque no se tenga sed).

Si los calambres aparecen en el momento de la actividad, la mejor forma de aflojarse es llevando el músculo al máximo acortamiento y luego al máximo alargamiento, basándonos en la regla fisiológica de que el músculo a máxima contracción logra máxima relajación.

Después de la competición, conviene efectuar baños de inmersión, y en caso de que sean calambres en las piernas, lo más conveniente es acostarse teniendo aquellas en alto. También es oportuno reforzar la dieta con algunos comprimidos, a base de magnesio, etc.

Contracturas: Son manifestaciones que se observan en los músculos que han actuado con cierta sobrecarga y durante un tiempo prolongado. Sus fibras están sanas, pero palpando se encuentra una mayor dureza (nódulos). Otra causa de la contractura es el stress; el nerviosismo repercute sobre los exteroceptores del cuello, provocando la pesadez de hombros, el cansancio general.

 En nuestros representantes juveniles encontramos nódulos cervicodorsales debido al intenso ritmo de competencia sin descanso. Estas contracturas se deben al exceso de trabajo (contracturas reflejas de protección), o a la tensión tolerada durante la actividad.

Las contracturas se producen por la acumulación de ácido láctico debido a la falta de metabolización adecuada. A medida que la competencia se desarrolla, el dolor cede por la entrada en calor del músculo, pero reaparece al terminar el juego. Esto se previene con una buena entrada en calor y en el momento justo.

En lo que hace al tratamiento, se deben efectuar baños de inmersión, actividades suaves, masajes relajantes, termoterapia para eliminar el ácido láctico.

Desgarros: Consisten en la ruptura parcial o total de la masa de un músculo. Considerando la construcción anatómica de un músculo sabemos que están formados por fibrillas. Estas se agrupan en fascículos y éstos, a su vez, forman el vientre o el cuerpo muscular. De acuerdo a esta clasificación vemos que podemos tener 3 tipos de lesiones: 

a)   Fibrilares

b)   Fasciculares

c)   Totales

 Las causas del desgarro pueden ser una inadecuada entrada en calor, final del esfuerzo en músculos contracturados, (éstos pierden la propiedad de elongarse en forma normal), desbalance muscular entre agonistas y antagonistas.

a)   Durante la prueba, el deportista acusa un dolor agudo, aunque éste le permite continuar la actividad. Cuando se lo examina palpando la región denota dolor, ligera equimosis y al elongar duele; tarda en reponerse de 7 a 15 días.

El tratamiento inmediato es la aplicación de hielo, ya que éste es analgésico por su propiedad de vasoconstricción. A partir de las 72hs. se debe aplicar láser, magnetoterapia, bloqueo, etc. Pese al reposo deportivo se puede seguir en actividad moderada. No hay que utilizar el vendaje, pues comprime y acostumbra al músculo a una suplencia externa. Transcurrida una semana, realizar elongaciones suaves para estirar el tejido cicatrizal, masoterapia general y continuar con fisioterapia.

b)   Es el desgarro más común. Durante la actividad el deportista siente como un piedrazo. El dolor es muy intenso, lo paraliza, hay equimosis y hematomas. Requiere como tratamiento reposo deportivo absoluto por 3 semanas. Durante los primeros 15 días se sigue el mismo plan de tratamiento fisioterápico que para el desgarro fibrilar, luego se empieza con fortalecimiento general y elongaciones casi máximas.

c)   Es cuando el cuerpo muscular se ha desgarrado en su totalidad. El tratamiento inmediato es quirúrgico. Insistimos en los tratamientos para desgarros con ultrasonido y láser para evitar la cicatriz que posteriormente impedirá el correcto funcionamiento muscular.

Klgo. Claudio Bosco

 

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