¿Competir
o Cooperar? - 1a. parte
Esa es la cuestión
Hace poco
tiempo atrás asistí a un Congreso cuyo título era "La salud y el
tiempo libre en la escuela". Entre otros, disertó Jorge
Bucay, psicoanalista y escritor muy reconocido. En el momento
de las preguntas, le pedí su opinión sobre una frase- en realidad una
aseveración o declaración de principios-
que se escucha con frecuencia. Reza así: "A
mí no me gusta perder ni jugando a la bolita".
La respuesta fue la siguiente:
"La
vida no es ganar y perder. Algunos podrán vivir de acuerdo a eso, pero
siempre es posible bajarse de ese criterio. Siempre es posible cooperar
en vez de competir. También es posible que algunos se aprovechen de
que uno se corra de esa manera de vivir, pero ese hecho no va a ser fácil
de solucionar".
Esa
respuesta decidió el tema de esta nota editorial: analizar los alcances
de competir y cooperar. Y luego, profundizando más, tratar de
precisar si ambos son posibles simultáneamente.
El análisis puede ser útil
porque ambos términos tienen que ver no sólo con la Educación Física y
el Deporte, sino que involucra todos los ámbitos de la realidad social.
Ahí vamos.
Para el
deporte, hoy, lo importante es competir. Pero de lo que se trata es de
salir primero, lo que vale es ganar la competencia, diría el pragmatismo
de los entrenadores norteamericanos. Pragmatismo éste con el
que no todos están de acuerdo. Sobretodo desde los sectores
ligados a la educación, se alza la crítica a todo planteo de
competitividad exacerbada.
Estas
críticas de los sectores pedagógicos no suelen considerar algunos
datos de la realidad. Por ejemplo:
-
A muchas personas, perder, les resulta insoportable. Y las concepciones teóricas de la pedagogía no cambian este hecho.
-
Las preocupaciones éticas o sobre salud y seguridad, no parecen significar ya ningún obstáculo cuando de lograr
Fama y Exito se trata. Así lo demuestra una encuesta de 1995, a casi 2000 aspirantes a atletas olímpicos norteamericanos. Se les preguntó si tomarían una sustancia prohibida que les garantizara la victoria en cada competencia durante cinco años, pero les causara la muerte después de ese tiempo.
Más de la mitad contestó que sí.
-
Los pediatras informan constantemente de la presión que ejercen sobre ellos los padres, para que les receten a sus hijos la hormona humana del crecimiento, de manera de que crezcan más altos y atléticos. Y en función de ese desarrollo puedan dedicarse al deporte con mayor suceso.
Hace millones de años
atrás, Coubertin decía algo bien distinto. Soñaba con que "lo
importante es participar". No tenía manera de saber que algo más de
un siglo después, las distintas concepciones sobre el deporte entrarían
en colisión. Hoy la contradicción
es clara: por un lado aparece el deseo compulsivo de romper límites
deportivos, porque se supone que ese intento es útil para el hombre, y por
otro, surge la necesidad de establecer límites morales imprescindibles.
Que hacen buena falta en sociedades que despenalizan todo. Este problema
de las tendencias contrapuestas se agrava en culturas que hacen un culto
de darle al individuo
autonomía sobre su cuerpo. Porque ese derecho, al ejercitarse puede afectar al otro. Que quiere participar, pero que no está dispuesto a utilizar métodos ilícitos, por ejemplo, una terapia genética. Un ejemplo de ella es el gen de la hormona
eritropoyetina humana (EPO); producida por los riñones, la EPO regula la
producción de los glóbulos rojos. Como mejora la capacidad de transporte
de oxígeno, se cree que ya se está utilizando para los deportes de
resistencia, como el ciclismo o las carreras de distancia.
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