"Yo
no nací para volar" (Reflexiones de una raqueta)
(Texto
escrito hace más de 25 años,
que aún en nuestros días no pierde vigencia)
Soy
de aluminio, como pude ser de acero o de madera.
He
sido fabricada con amor, como son fabricadas o creadas todas las cosas.
De
la fábrica o del taller viajé hasta un negocio y allí fui puesta en una
vidriera. Para que vieran que era linda. Para que aprecien mis virtudes.
Hasta
que un día, un triste día, que en un primer momento me pareció
glorioso, entró él. El gran jugador, mi futuro dueño. Alto, tostado,
fornido, de sonrisa fácil. Me tomó en sus manos y ponderó mis bondades.
Para él, yo era la mejor, la más hermosa.
Y
fui su compañera.
Qué
terrible desengaño!
Desde
el primer entrenamiento volé en todas direcciones ante el punto que se
perdía.
Yo
era la culpable de la derrota, yo era la culpable de sus errores, yo era
la culpable de su incapacidad para derrotar a su adversario. Y volaba.
Vuelo
sin alas que tenía como fin un alambrado tampoco culpable.
Vuelo
de un lado a otro de la cancha con destino al duro piso que tampoco era
culpable.
Vuelos
y más vuelos. Vuelo como el de los aviones y los pájaros. Pero con meta
de dolor.
Yo
nací para que alguien me use con firmeza, pero cortésmente en un deporte
fascinante llamado tenis.
Pero
no para volar.
Pero
no para que mi dueño, mi histérico dueño me rompa contra el suelo, pues
con este acto rompe también muchas ilusiones.
Mis
ilusiones de participar en algo tan lindo como es un partido de tenis.
Las
ilusiones de tantos chicos a quienes se les enseña a controlarse en la
derrota, a dominarse ante el revés.
Premios
en dinero cada día mayores no justifican el destrozarme y hacer de
nuestro deporte un calvario, calvario donde se recusan árbitros, jueces
de línea, ball-boys, todos modestos y desinteresados colaboradores también
indignados testidos de mis vuelos planeados en todas direcciones y con
incierto destino.
Yo
no he sido fabricada para destrozar ni ser destrozada. Yo no quiero ser
excusa de incapaces, de malcriados, ni de débiles mentales que no pueden
controlar sus emociones.
Sáquenme
de circulación a mi y a todas mis compañeras para que los ineptos e histéricos
juegen con la mano y se la rompan.
Y
entonces, nunca más ofendan al tenis!
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