¿Con o sin ruido?

Mirando algunos partidos de los grandes torneos que semanalmente se realizan, surgen observaciones y también preguntas. El tenis es integral, pero sobretodo la parte mental sigue llamándome poderosamente la atención, es un campo apasionante y determinante para tener un buen rendimiento.

Es común denominador, en los grandes campeones, el caminar cerca del equilibrio mental. Podemos ver una reacción, un insulto, pero tienen la capacidad de levantarse y seguir moviéndose, “un tropezón no es caída”, dice el refrán. Pero cuando vemos a la gran mayoría, que al perder un punto bajan los brazos como si el mundo hubiera llegado a su fin, se impone un análisis. ¿Qué importancia le damos a cada punto?, ¿es conveniente darle tanta importancia?, ¿hay puntos importantes y otros que no lo son?, ¿o bien existen jerarquías de importancia?

Cada cosa tiene su valor, comenzar bien un partido puede darnos confianza, pero no conviene agotar todas las energías en ello, porque corremos el riesgo de que no nos queden para el resto. Veo a muchos jugadores, menores y profesionales también, que en el primer punto que ganan, le gritan “vamos” en la cara del rival, cerrando el puño, creyendo que por eso tienen más garra o son más positivos. Hay jugadores más expresivos que otros y cada uno tiene un carácter diferente. ¿Es más importante lo que pasa adentro o afuera de uno mismo? El jugador puede irradiar confianza en sí mismo con o sin gritos en la cara del rival.

Pienso que el aprovechamiento de las energías en el jugador es un tema amplio y muy opinable, como tantos otros, pero es un tema troncal. Se viven largas jornadas de duros entrenamientos, y luego en el partido, el jugador está cansado. Por otra parte, vemos a los grandes campeones jugar la final mucho mejor que el primer partido del torneo. ¿Qué fue lo que sucedió?
Seguramente no fue producto del azar.

El jugador tiene que buscar un buen rendimiento para su propia superación, y no para demostrarle a los demás que es bueno o que sirve,porque esto también lo cansa, le hace perder energías, aunque muchas veces ni siquiera se de cuenta. Propiciar este cambio no es fácil, pero se puede.

Si tenemos una cantidad de dinero y la malgastamos, pronto se acaba. Lo mismo ocurre con las energías, y luego nos sentimos hasta sin ganas de ir a entrenar.

Por más que estemos en un mal día, por más que nos roben una pelota, por más que haya mucho viento, siempre hay alguna solución. En esto se basa gran parte del trabajo de un jugador, de aquel que aspira a competir. No es sólo pegarle bien a la pelota.

Prof. Guillermo Minutella

 

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