El sabor de la lucha

Un aspecto muy importante para encarar el tenis competitivo es el de fijarse objetivos. Es muy difícil competir sin objetivos. Ellos son el motor que nos impulsa a movernos, a esforzarnos, a poner garra, etc. A mi entender la clave está en ponernos objetivos acorde a la propia capacidad. La imaginación suele jugar en contra, cuando se le da rienda suelta, todo parece fácil. Así es como vamos a jugar un torneo que está muy por encima de nuestro nivel, nos matan a pelotazos y perdemos motivación, cosa muy lógica. ¿Entonces qué decidimos? Inscribirnos en uno de menor jerarquía. En caso de pasar varias rondas nuestro ánimo mejorará, lo cual es muy bueno, siempre y cuando no caigamos en la propensión a lo fácil.

Yo he vivido esta experiencia. Cuando en un torneo de ATP perdía en la qualy, me iba a uno pequeño en Francia para recuperar confianza, lo ganaba, y en vez de volver a intentar nuevamente en un torneo grande, me quedaba en Francia más de la cuenta. Esto le ocurre todavía a muchos jugadores que no tienen un nivel para meterse en los grandes torneos de ATP, pero si para ganar varios torneos seguidos en Francia. Comienzan a ganar, adquieren confianza, ¿pero es tan bueno ganar tanto cuando al jugador le falta superar etapas en la evolución de su juego? ¿Ayuda esto a progresar realmente? Ambos son necesarios, triunfo y adversidad, tan reales como el día y la noche; es importante aceptarlos para entrar a jugar el partido en un estado mental de mayor calma. Cuando escuchamos a los mejores del mundo, ellos hablan sobre la confianza en sí mismos pero no aseguran que ganarán: simplemente están listos para la lucha.

¿Cómo saber cuál será el resultado si todavía no entramos a la cancha?, ¡si ni siquiera entramos en calor! La palabra lo dice; "resultado", resultado de un esfuerzo, de un trabajo, es una consecuencia. Este enfoque puede ayudar a encarar la competición de otra manera, ayudar a tener más garra, a dar lo que uno puede, a la libre manifestación de lo entrenado, de todo lo que uno sabe.

Observando a ciertos jugadores, vemos que son más maduros que el resto.

A los 16 años piensan como hombres, luchan y luchan incondicionalmente, más allá del resultado. Trabajan porque aceptan la adversidad, aceptan que se van a presentar trabas, entonces tratan de bajarlas, o sea tra-ba-jan. Es cuestión de proponérselo y de estar dispuesto a dar lo mejor de sí.

Se admira a aquel que va perdiendo, no se entrega y da vuelta un resultado.

Nunca se sabe cuándo se presentará una oportunidad durante un partido, o cuál será el torneo para escalar posiciones en el ránking. Luchando, siempre hay esperanza. Vale la pena seguir adelante.

Prof. Guillermo Minutella

 

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