"Papá... ¿me jugás?"
A menudo solemos tratar el tema "padres" en los cursos para
profesores e informalmente en charlas que en el bar siempre sostenemos entre
jugadores, padres y amigos. El verdadero título sería: "Relación
entre padres y jugadores'' (alumnos), y nuestra incidencia en esa relación.
Es común encontrar que el niño o adolescente se siente presionado ante
comentarios de sus padres, generalmente críticas no siempre constructivas o
ante la sola presencia de éstos, en un partido, sabiendo de antemano que se
convertirán luego en jueces del niño. No es fácil llevar felizmente una
relación, cuando se utilizan elementos de presión o lo que es peor, se asumen
actitudes intimidatorias, con un régimen antipático de premios y
castigos,
donde el chico conoce que será tratado de distinta forma de acuerdo al
resultado de su partido, o su desempeño en un entrenamiento.

Está descontado, si el profesor es idóneo, que el niño o adolescente
jugador, se identificará en poco tiempo con su profesor, mantendrá una relación
de amistad y de colaboración permanente. Se sentirá respaldado y en un corto
plazo, su "profe" ejercerá un triple rol de maestro, consejero y
amigo. La función del profesor es charlar mucho con el padre, induciéndolo a
colaborar con el programa de trabajo trazado, permitiendo el desarrollo del
chico, no solo a nivel técnico y táctico, sino mental, para lograr que, a través
de su crecimiento individual y su independencia como ser humano, piense y
resuelva en la cancha por sí mismo.
No es muy aconsejable que el padre juegue con el niño si siente que le será
imposible evitar el corregirlo o criticarlo ante cada error que su hijo cometa.
Si usted lo nota nervioso al entrar a la cancha, queriéndole mostrar todo lo
que aprendió, apurado, ansioso, y cometiendo mil errores...ese es el
termómetro. Su hijo aún no está preparado para jugar con usted, entonces es
preferible dejar que su chico juegue con otros de su edad exclusivamente. Solo
es bueno que jueguen juntos si realmente logran divertirse y pasarlo bien
como dos amigos.
Mi consejo para los padres es que desde el principio, cuando su hijo comienza
a jugar, asuman un rol lo más pasivo posible, apoyando la labor del profesional
que enseña y entrena al niño, y colaborando con su chico en todo lo que atañe
a su paternidad, que de hecho le corresponde. Pero trate de evitar por todos los
medios las promesas de regalos ante un resultado positivo, las caras largas ante
la derrota, los juicios de valor ante cada desempeño de su hijo, las críticas
inconscientes utilizadas para descargar su propia bronca, etc.
La mejor posición
es la de público a favor y padre cariñoso, cuyo apoyo en el
primer caso, y efecto en el segundo, no mermen ante una pobre actuación de su
hijo.
Sería más largo y complejo, hablar de manifestaciones conscientes o
inconscientes de deseos frustrados en su niñez, pretendiendo alcanzar ese éxito
no obtenido en su juventud, en lo que es la prolongación de su vida: sus hijos.
O también un exagerado interés de ver un hijo triunfador, famoso, tal vez con
un poder económico mayor al por él logrado; y es tan fácil desubicarse en
estos casos... honestamente, aunque no sea éste su caso, ¿usted no lo cree así?
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Prof. Hugo Borra
Director de "A pleno Tenis"
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