Tributo a Daniel Schapira, 
el único hombre de tenis desaparecido durante la dictadura


" Para la libertad sangro, lucho, pervivo... Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida..."

Miguel Hernández 

Daniel Schapira Corría el mes de septiembre de 1973 y a pesar de ser un "fana" de tenis -por entonces no popularizado pues no se había producido todavía el "boom"  Vilas- y tener claro que me iba a dedicar al periodismo, pensaba que los profesores de tenis tenían solo una pelota de fieltro o una empuñadura en la cabeza. El "profe" de mi club, Macabi, era un rubio, alto, fachero, que jugaba un montón y a "prima facie" no escapaba a esas reglas, similares a la de las modelos o "chicas lindas".

A la salida del colegio (estaba en 3º año) fuí al Congreso a una marcha en contra del derrocamiento del gobierno democrático del chileno Salvador Allende en manos del dictador y genocida Augusto Pinochet. Al frente de la manifestación, gritando "Viva Chile, Carajo..." estaba él, Dani Schapira, el "profe". Por supuesto, desde ahí mi impresión cambió absolutamente. 

Las charlas con él, del otro lado del ligustro de la cancha 6 -donde Dani daba sus clases-, empezaron a ser más asiduas y no solo de tenis, nuestro tema convocante, sino se adentraron en temas políticos, sociales, filosóficos y religiosos. Era un avanzado estudiante de Derecho y su preparación intelectual era excelsa.

Daniel Marcelo Schapira había nacido el 18 de octubre de 1950, jugó en GEBA hasta el '68 y en el '69 pasó a Comercio, donde jugó en intermedia. Pero también iba a entrenar a San Lorenzo (aunque era hincha de Racing) junto a su hermano, Edgardo 'Topo' Schapira, 4 años menor que él, cuando el club del "gasómetro" estaba en Inclán y Av. La Plata, muy cerca de su casa paterna. Allí lo ví en un torneo organizado por su padre, sobre una superficie de parquet. Estuvo 3 veces entre los 10 mejores del ranking nacional. Compartió la camada de jugadores junto a Ricardo Cano, Huguito Varela, el "Bicho" Romani, y sus dos grandes amigos, el "Mono" Miceli y "Pancho" Mastelli.

Empezó a dar clases en DAOM y luego fue a Macabi. Allí recomendó a Cesar Dialoy para que ocupe su lugar. El propio Dialoy nos comentó que en un torneo Dani venía de perder con un chico dos años menor que nosotros, que venía de Mar del Plata y yo tenía que enfrentarlo y no lo conocíamos. Daniel estaba muy enojado por haber perdido, y me dijo "lo perdí yo, es un zurdito que tiene un jueguito, le jugué todo al revés y lo pega muy enroscado; claro, ese chico era Guillermo Vilas".

Su nivel intelectual lo llevó a ser convocado como ayudante en la cátedra de Derecho Constitucional, a cargo de Rodolfo Ortega Peña (asesinado por las "Tres A" en 1974) y Eduardo Luis Duhalde. Luego estuvo en Córdoba, donde se desempeñó como un importante cuadro de la JUP (Juventud Universitaria Peronista). Allí, en 1976 en plena Dictadura Militar, fue perseguido y recibió tres balazos de parte de "las fuerzas del terrorismo de Estado". Es bueno aclarar que lo único que empuñó Daniel fue una raqueta de tenis, y lo más filoso que poseía fueron sus claras ideas, su sueño de justicia social y de una sociedad más ecuánime.

A pesar de estar malherido, merced a su gran estado físico, consiguió escapar y llegar a Buenos Aires en tren, enyesado y sobre una silla de ruedas. Su hermano, el "Topo", cuenta: "Ante la gravedad de la situación, mi papá intentó convencerlo para que salga del país, pero él se negó rotundamente, aduciendo que defendía sus ideales y derechos y que consideraba que irse del país era traicionar y abandonar a sus compañeros".

En Buenos Aires era intensamente buscado y su vida de perseguido político lo hacía dormir todas las noches en un lugar distinto. Sin embargo, desde la clandestinidad, llamaba casi todos los días a su hermano para saber de su familia y su actividad tenística "y a pesar del horror por el que estaba pasando, su pasión por el tenis lo llevaba a recomendarme la táctica para jugarle al rival que me tocaba", cuenta el "Topo".

Finalmente el 7 de Abril de 1977, cuando viajaba en un colectivo por San Juan y Boedo, un Grupo de Tareas lo secuestró.

El año pasado, en México detuvieron al ex represor argentino Miguel Angel Cavallo (también conocido por "Ricardo", "Marcelo" o "Sérpico") sobre quien pesa un pedido de extradición del Juez Baltazar Garzón, de España, quien entre sus fundamentos, expone: "Los hechos de los que se acusa al procesado en el referido escrito formulado por los fiscales Julio C. Strassera y Luis G Moreno Ocampo, son los referentes a su participación en la desaparición y torturas de estas 227 personas, hechos éstos que fueron acreditados en la Causa 13/84, cuyo fallo dictó la Cámara Nacional de Apelaciones Criminal y Correccional Federal de Buenos Aires. A consecuencia de lo ordenado en el punto 30 de la sentencia dictada en la causa 13, la fiscalía argentina presentó escrito de acusación en el marco de la causa nº 761. Este procedimiento judicial no continuó su tramitación procesal al dictarse la Ley 23.492 de "Punto Final", promulgada el 24 de diciembre de 1986, que eximía de responsabilidad penal a todos los autores y responsables investigados por los crímenes cometidos durante la última Dictadura Militar argentina. Por tanto, no existió condena alguna a los acusados en el escrito presentado por la fiscalía argentina en la mencionada causa 761. Entre las 227 víctimas por las que se acusa al Teniente de Fragata Cavallo, este es el CASO Nº 109: SCHAPIRA, Daniel Marcelo Privado de su libertad el 7 de abril de 1977 en la vía pública en Capital Federal. Fue conducido a la ESMA donde se lo sometió a condiciones inhumanas de vida. Se lo torturó con golpes y descargas de corriente eléctrica para obligarlo a proporcionar información. Permanece desaparecido".

Ocho meses después de su desaparición nació su hijo, Daniel Schapira, que él al momento de su desaparición no sabía que su esposa estaba embarazada. A ella, Andrea Yankilevich, la secuestraron junto al bebé, en Julio del '78 (y continúa desaparecida) pero devolvieron al bebé a su abuela materna. Hoy ese chico ya tiene 23 años y milita en H.I.J.O.S.
Un torturador, que se hacía llamar "El Trueno", se jactaba en la ESMA de haber conseguido en Estados Unidos unos dardos con altas dosis de veneno que se tiraban con armas de fuego. En el prólogo del libro "Recuerdos de la Muerte", su autor Miguel Bonasso, cuenta: "Una mañana "El Trueno" eligió al azar uno de los centenares de huéspedes que se hacinaban en "Capucha". Lo hizo llevar al sótano y decidió hacer un experimento. El "conejito de Indias" fue Daniel Schapira. Daniel pensó que lo iban a fusilar cuando "El Trueno" le ordenó ponerse de cara a la pared. Estaba muy débil y aún no se había repuesto de las heridas de bala y las sesiones de picana. "El Trueno" apuntó cuidadosamente y luego le disparó con una pequeña pistola. Daniel se desplomó y durmió durante más de un día"...

Daniel Marcelo Schapira figura en el informe de la CONADEP con el número:4742, Declaración.No:5274, como estudiante de Derecho. Pero además era tenista. De los años de plomo se recuerda el caso del arquero de Almagro, Claudio Tamburrini, que además era estudiante en Filosofía y Letras, estuvo detenido en la "Mansión Seré" de Haedo, pero logró escapar y llegar a Suecia donde fue refugiado político y hoy es filósofo. Se recuerda erróneamente como al único deportista desaparecido durante la dictadura al atleta Miguel Sánchez.

Por eso a 25 años del trágico golpe militar que recuerda "los años de plomo" y a 24 años de su desaparición, el tenis nunca -por desconocimiento, error u omisión- le rindió el homenaje que se merecía Dani Schapira, que jugaba bárbaro, fue un doblista excepcional y un cultor del "fair play" con todas las letras, además de ser un gran intelectual, leal, idealista y un tipo bárbaro.

El gran escritor uruguayo Mario Benedetti, dice que "Los pueblos siempre recuerdan, pero una forma de ayudarlos (y ayudarnos) es describir como era el pasado cuando aún era presente. Recordar es vivir en el pasado, que es siempre una morada, y no hay olvido capaz de demolerla".

Por eso desde aquí le rendimos este merecido y humilde tributo a Dani. ¡Ni olvido ni perdón! ¡Nunca Más! Y decimos: Daniel Marcelo Schapira: ¡¡¡¡¡ PRESENTE !!!!!!

Oscar Pinco

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