El "Tata" Mario Posse Romero
El Número 1 de los Periodistas de Tenis

"Y todo vive para que yo viva. Sin ir tan lejos puedo verlo todo. Veo en tu vida todo lo vivido."

                                                                Pablo Neruda 

"Me fui al bombo", nos hubiese dicho el "Tata" Mario Posse Romero, el 19 de Octubre de 2000, cuando no pudo levantarle su último match point a la vida.

"Tata" Mario Posse RomeroMe dejó huérfano, porque yo mismo lo adopté como mi "papá periodístico". Me enseñó mucho, casi todo lo que hay que saber en el periodismo escrito, pero principalmente me dió la primera oportunidad de escribir sobre tenis en un medio importante como el Diario La Prensa hace veinte años, en donde él se desempeñaba como Jefe de Deportes, medio que lo contó en sus páginas "sábanas" durante casi cuarenta años. Casi al mismo tiempo me introdujo en la Revista Todo Tenis.

Alto, corpulento, pintón, ganador, seductor, divertido, simpático, con una personalidad que bien lo podían incorporar en la tira de "Isidoro Cañones" como uno de sus amigos, ¡todo un personaje!, un típico "dandy" porteño, con el "savoir faire" de un tipo con mucha clase y dueño de una bohemia exquisita.

Como compañero de dobles un caso aparte. Si metíamos un tiro ganador decía: "¡no lo puedo creeer...!". Si en cambio, nuestra jugada era mala, reprochaba: "Viejo...¿qué me hacés?, ¡sos horrible!". Si estaba del otro lado de la red y lo superábamos con un tiro ganador, espetaba, siempre en tono jocoso: "¡Y justo contra mí te salen esos tiros!". O si llegaba a conectar sus típicos latigazos de drive planos, gritaba: "¡mucha pelota para vos!".
Fanático hincha de River, la banda "rojo punzó" le cruzaba el alma. En la época de la famosa "máquina" fue compañero de parrandas y noches interminables con sus amigos, el "Charro" Moreno y Angelito Labruna. El mismo Ángel en su época de DT de River, no iba a ningún medio por su carácter irascible con los periodistas; sin embargo era habitué de La Prensa, en donde se sentía como en el living de su casa: "acá vengo porque Mario es mi amigo", aseguraba Labruna.

Apasionado por el tenis, conocedor del rugby, experto del turf: "es un deporte de reyes" -decía- y junto con dieciocho compañeros de la sección Deportes de La Prensa fuimos propietarios de un matungo, llamado "Blue Flag".

El 20 de Octubre, mientras se realizaban sus exequias, el destino nos hacía caminar frente al viejo Hotel City (hoy en remodelación) en Plaza de Mayo, cerquita del Diario, donde Mario se tomaba algunos "recreos", y decía: "me voy a la milonga". 

Y no pudimos resistirnos a la tentación de pasar frente al viejo edificio de La Prensa, en Rivadavia 576, escenario donde la hoy obsoleta Olivetti Lexicon de Mario repiqueteaba para llenar sobre el blanco papel, crónicas de una prosa exquisita, de enorme talento, de pensamientos claros y de verdades contundentes.

Parafraseando un tango como buen porteñazo -otra de sus debilidades-, decimos: "si solamente yo pudiera agradecerte la enseñanza de tus noches que me alejan de la muerte"...
Hace unos seis años, en nuestra primera entrega de "La Página del Honor", lo nombrábamos, porque él fue el precursor de una página similar, hace dos décadas en la desaparecida Todo Tenis.

Los duendes son magníficos titiriteros, que hacían mover los dedos de Mario sobre el teclado para escribir notas, comentarios, editoriales, reportajes excelsos.

Sus restos descansan en Jardín de Paz, pero el impulso nos llevó a escribir esta nota en forma manuscrita (para después volcarla a la computadora), en pleno vuelo, tal vez en un intento inconsciente de cruzarnos en su camino al cielo con su alma. Nos embarga la emoción. Pero a él no se lo puede recordar si no es con una sonrisa o escuchando sus estentóreas carcajadas, al mejor estilo de Papá Noel.

En este espacio iba a ir una nota de Gaby Sabatini, por el "Konex de brillante" recibido como la mejor deportista argentina de los '90, pero la levantamos para rendirle nuestro humilde homenaje al "Tata". En un diálogo imaginario, nos parece escucharlo: "¿sos tarado?, ¿Cómo vas a cambiar una nota a Sabatini por una a mí?". La respuesta es porque vos te lo merecés "Tata", hiciste mucho para difundir nuestro tenis.

El comandante del vuelo nos avisa que estamos a punto de aterrizar y nos debemos ajustar los cinturones. Los duendes del "Tata" nos espetan: "Bueno viejo... ¿qué esperás para terminar esta nota?, ¡el diario sale mañana!...

El "Tata" Mario Posse Romero tenía 73 años. No podemos evitar tener los ojos vidriosos, húmedos por la emoción. Se fue un colega, un maestro, un consejero, un amigo, pero sobre todo un buen tipo. Sólo nos queda decirte: ¡GRACIAS!.

Oscar Pinco

 

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