Un
número uno con chapa de grande
El suizo Roger Federer ganó con la autoridad que tienen los
grandes, el último Grand Slam del año, el U.S. Open, en el
mítico Flushing Meadow, en Nueva York, y lo hizo contra una leyenda viva
del tenis, el interminable André Agassi.
Federer,
con este gran triunfo, se asegura prácticamente, a pesar que todavía
resta el 30 por ciento de la temporada, volver a ser el número uno del
mundo, para este 2005.
A pesar de
lo duro que está el circuito, en el que se puede llegar, pero es muy
difícil mantenerse, y que surgió un "enfant terrible" como el "niño"
Rafael Nadal, el suizo soportó los embates, se mantuvo, y como eran
antes los super top, consiguió este nuevo título del Abierto de los
Estados Unidos, manteniendo el liderazgo en el máximo nivel mundial, con
chapa de grande.
Tal vez, da
la sensación que este liderazgo no se daba de igual forma, desde la
época del gran Pete Sampras, que salvo su paso por el polvo de
ladrillo, y siempre el esquivo Roland Garros para jugadores de su clase,
parecían ser imbatibles.
Y si
hablamos de "Pistol" Pete, su gran rival de entonces, fue
precisamente el oponente de Roger en el partido final de este
US Open 2005, el "Kid" de Las Vegas, quien parece haber
detenido todos los relojes, frenando el paso de los almanaques, llegando
a este partido decisivo a los 35 años.
Es que
Agassi ganó todo, es el único jugador del los últimos 38 años que
consiguió ganar todos los títulos de Grand Slam, es decir que al
triunfar en todas las superficies, bien ganado tiene el mote de "todo
terreno", y acumuló ganancias solo oficiales, que superan los 30
millones de dólares. El juega solo por la gloria, por el viejo "fair
play" de quebrar todos los récords.
Es
entonces, que el triunfo de Federer, adquiere más valor, ya que
su oponente es un gran ídolo del tenis por todos los lugares en donde
juega, pero más aún en su propio país.
Y con un
set ganado por cada uno, el tercero parecía ser decisivo. Y en el tie
break, más precisamente en el primer punto, Agassi ganó un tanto
antológico, jugando un drop shot increíble desde la base con su revés a
dos manos, que dejó sin ninguna chance a Federer, y se puso 1 a 0
en ventaja.
Si la
historia hubiese sido otra, y el veterano se hubiera logrado ceñir la
corona del Open de su país, podríamos hablar de ese punto como el "tanto
psicológico" del partido.
Pero la
historia la escriben los que ganan, y tal vez ese punto significó la
bisagra del partido, el toque de inflexión, ya que desde ahí, Federer
se alzó con los siguientes siete tantos en forma consecutiva para cerrar
el tercer set, y aplastar en el cuarto -que sería el definitivo- para
consolidar un triunfo excelente, y colocarlo en el máximo pedestal del
otrora "deporte blanco" por mucho tiempo más.
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