El
sabor de la lucha
Un aspecto muy importante para encarar el tenis competitivo es el de
fijarse objetivos. Es muy difícil competir sin objetivos. Son ellos el motor que nos impulsa a movernos, a esforzarnos, a poner garra, etc. Ahora bien, a mi entender la clave
está en ponernos objetivos acordes a nuestra propia capacidad. Nuestra imaginación hace que
éstos sean muy difíciles o muy fáciles. Vamos a jugar un torneo que está muy por encima de nuestro nivel, nos matan a pelotazos y nos desestimulamos, cosa muy lógica. Entonces vamos a uno donde el nivel sea bastante bajo, probablemente lo ganamos, y eso nos levanta el
ánimo, lo cual es muy bueno siempre y cuando no nos mantengamos propensos a lo fácil.
Yo he vivido esta experiencia, cuando en un gran torneo de ATP perdía en la qualy, me iba a uno pequeño en Francia para recuperar confianza (lo ganaba), y en vez de volver a intentar nuevamente en un torneo grande, me quedaba en Francia más de la cuenta. Esto le ocurre todavía a muchos jugadores que no tienen un nivel para meterse en los grandes torneos de ATP, pero si para ganar varios torneos seguidos en Francia. Comienzan a ganar,
¿y es tan bueno ganar tanto cuando al jugador le faltan superar etapas en la evolución de su juego? ¿Ayuda
ésto a progresar realmente? Se necesita de los dos, triunfo y adversidad, tan reales como el día y la noche; es importante aceptarlos para entrar a jugar el partido en un estado mental de mayor calma. Cuando escuchamos a los mejores del mundo, ellos hablan sobre la confianza en
sí mismos pero no aseguran que ganarán: simplemente están listos para la
lucha.
¿Cómo sabremos cuál será el resultado si todavía no entramos a la cancha?, si ni siquiera entramos en calor? La palabra lo dice;
"resultado", resultado de un esfuerzo, de un trabajo, es una consecuencia. Este enfoque puede ayudar a encarar la competición de otra manera, ayudar a tener más garra, a dar lo que uno puede, a la libre manifestación de lo entrenado, de todo lo que uno sabe.
Vemos a ciertos europeos, y comparándolos con los argentinos, decimos que son más maduros. A los 16 años son hombres,
luchan y luchan incondicionalmente, más allá del resultado. Trabajan porque aceptan la adversidad, aceptan que se van a presentar trabas, entonces tratan de bajarlas, o sea tra-ba-jan. Es cuestión de proponérselo y de estar dispuesto a dar lo mejor de
sí.
Se admira a aquel que va perdiendo, no se entrega y da vuelta un resultado. Nunca se sabe cuando se presentará una oportunidad durante un partido, o cual será el torneo para escalar posiciones en el
ránking. Luchando, siempre hay esperanza. Vale la pena seguir adelante.
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Prof.
Guillermo
Minutella |
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